Del Nickelodeón al cine inmersivo
La transformación de la experiencia del espectador desde el siglo XIX hasta ahora

Desde la aparición del cine, allá a finales del siglo XIX, hasta ahora, su evolución ha sido imparable y parece que va a seguir así. Desde las primeras películas de los hermanos
Lumière
en blanco y negro, sin sonido y con apenas unos pocos minutos de duración hasta los actuales cines donde ya los hay que proyectan en 4D han pasado muchos años, pero siempre el objetivo ha sido entretener y sorprender al espectador. Y si de paso haces negocio mejor que mejor.

De imágenes mudas a palacios visuales
Los inicios del cine fueron modestos: breves películas mudas, proyectadas en espacios improvisados, ferias y pequeños teatros conocidos como nickelodeones, donde el público –en su mayoría de clase trabajadora– pagaba unos pocos centavos por un vistazo fugaz al futuro.
Con el tiempo, el cine dejó de ser una curiosidad técnica para convertirse en arte y entretenimiento masivo. A partir de los años 20, las grandes productoras de Hollywood impulsaron la construcción de majestuosos “palacios del cine” que transformaron la proyección en una experiencia lujosa. Salas como el Grauman’s Chinese Theatre en Los Ángeles ofrecían arquitectura exótica, butacas acolchadas, cortinas de terciopelo y sistemas de sonido pioneros.
En 1927, El cantor de jazz marcó el inicio del cine sonoro. Y en los años 30, el color entró en escena gracias al Technicolor, con títulos icónicos como Lo que el viento se llevó (1939). El espectador comenzaba a sumergirse en universos narrativos cada vez más envolventes.
Con la irrupción de la televisión en los años 50, los cines vieron cómo disminuía la asistencia. La respuesta fue tecnológica y espectacular: surgieron las pantallas panorámicas (CinemaScope, Cinerama), los primeros intentos de proyección en 3D y los autocines, una moda estadounidense que ofrecía una experiencia más casual y romántica. El objetivo era claro: ofrecer al espectador una experiencia que no pudiera replicar en casa. Poco a poco, las salas comenzaron a incorporar sonido estéreo y formatos de película en 70 milímetros, que aumentaban la nitidez y profundidad de imagen.

De los "multicine" a la revolución digital
La verdadera transformación llegó en los años 80 con los multiplex (más conocidos en España como multicines y que llegaron a principios de los 90): complejos con varias salas dentro de un mismo edificio, normalmente situados en centros comerciales. Esta fórmula permitía ofrecer más variedad de películas, horarios más flexibles y mayor comodidad para el espectador. Durante esta época también se consolidó el modelo del blockbuster con estrenos globales como Star Wars, E.T. o Jurassic Park, que no solo atrajeron a millones de espectadores, sino que hicieron del cine un evento de masas. El confort de las salas también mejoró: aire acondicionado, asientos reclinables, mejores sistemas de proyección y sonido envolvente (Dolby Stereo, THX). El cine ya no era solo una pantalla: era una experiencia total.
En los años 90 y 2000, la tecnología digital cambió por completo la forma en que se hacían y proyectaban las películas. El celuloide fue reemplazado por discos duros lo que redujo costes y mejoró la calidad de imagen. Al mismo tiempo, aparecieron pantallas gigantes IMAX y los nuevos formatos
3D digitales con gafas polarizadas. En paralelo, el sonido evolucionó hacia sistemas envolventes tridimensionales como
Dolby Atmos, donde cada efecto puede situarse en un punto específico de la sala, incluyendo el techo. La imagen también dio un salto con resoluciones
4K,
HDR y
tecnología láser, que ofrecen colores más vivos y negros más profundos.

El cine como evento personalizado
En la última década, la industria cinematográfica ha apostado por la personalización y la experiencia premium. Las llamadas salas VIP ofrecen butacas reclinables tipo lounge, menús gourmet, mantas y servicio de camareros. Las cadenas permiten comprar entradas desde el móvil, elegir el asiento y pedir comida desde una app. Además, se han creado nuevas salas con tecnologías 4D, que combinan la película con efectos como movimiento de asientos, viento, niebla, olores y flashes de luz. En países como Corea del Sur, México o Estados Unidos, esta tecnología ha sido implementada por marcas como 4DX y MX4D. También han surgido nuevas formas de proyección como ScreenX (pantalla de 270 grados que cubre las paredes laterales) o domos inmersivos tipo planetario. Y en festivales como Cannes ya se premian experiencias cinematográficas en realidad virtual.
Mirando hacia el futuro, el cine busca reinventarse con herramientas que apenas están despegando. Tecnologías como la realidad virtual (VR) y la realidad aumentada (AR) permitirán experiencias interactivas donde el espectador puede moverse dentro de la historia. En países como EE. UU. o China ya se han instalado salas VR para grupos, donde se experimentan cortometrajes desde dentro. Proyectos como Sphere en Las Vegas o Cosm en Los Ángeles prometen una nueva generación de espectáculos con pantallas LED gigantes y sonido espacial, para conciertos, películas o eventos deportivos proyectados en 360 grados.
La inteligencia artificial también se perfila como aliada en la personalización de contenido, recomendaciones automatizadas y experiencias inmersivas adaptadas al usuario.
Para saber más: